¿Por qué debo consultar a un oftalmólogo infantil?

Importancia de los controles visuales infantiles

Los ojos de los niños son distintos a los de los adultos, pueden ser afectados por otro espectro de enfermedades, y además tienen características anatómicas y funcionales diferentes. 

El cerebro y la vía visual de los niños, principalmente durante los primeros 6 años de vida, está en pleno desarrollo y crecimiento. Resulta que aprendemos a ver…mirando. Es decir que el estimulo visual adecuado, a través de unos ojos sanos, es indispensable para que este desarrollo cerebral se concrete en tiempo y forma, resultando en una buena visión en la adultez. La plasticidad cerebral visual va disminuyendo en la medida que crecemos, y luego de cierta edad, una perdida visual severa generada en la infancia temprana ya no tiene recupero. En definitiva, no detectar un problema visual en la primera etapa de la vida, puede significar una visión disminuida, o perdida, para siempre.

Un niño muy pequeño que nació con una enfermedad visual no va a relatarnos que no ve bien, porque la visión que experimenta  es la única que conoce. Por eso mismo, los controles visuales infantiles deben ser realizados tempranamente para la detección de enfermedad, exista o no  manifestación o sospecha alguna.

Además, los niños tienen la particularidad de ser pacientes cambiantes, por su continuo crecimiento. El sistema visual se modifica dentro de los primeros dos o tres años más de lo que se modifica en el resto de la vida. Inclusive algunas enfermedades pueden no estar al nacer (congénitas), pero si aparecer mas tarde.

De todo lo anterior se desprende que el control oftalmológico infantil a repetición es importante, y aún más en los primeros 6 años.

 

¿Cuáles son las enfermedades visuales infantiles más frecuentes?

Es una dicha que  la mayoría de los niños sean sanos. Sin embargo, existe una gran incidencia de errores refractivos (miopía, hipermetropía, astigmatismo) en la población pediátrica. La miopía se encuentra en un 14 % de los niños de entre 11 a 12 años en Estados Unidos, según datos de la American Academy of Ophthalmology (AAO), y su incidencia es  aún mayor en otros países.

El 3 % de los niños son ambliopes, lo cual significa falta de desarrollo visual por falta de estímulo, mejor conocido como “ojo vago”. El Amblyopia Treatment Study observó que el 75 % de estos pacientes tienen evolución favorable cuando son tratados antes de los 7 años de edad.

Por su lado, el estrabismo (desviación ocular) se encuentra en el 2 a 3 % de la población infantil, y las forias (estrabismo latente) en el 15 %. El tratamiento temprano del estrabismo siempre asegura un mejor desenlace.

Conjuntivitis infecciosas, alergias y traumatismos se encuentran dentro del espectro de lo muy frecuente.

Existen otras enfermedades visuales menos frecuentes por fortuna, aunque más graves, cuya detección temprana cambia radicalmente el pronóstico. Son ejemplos de esto glaucoma, catarata, ciertos tumores oculares, infecciones adquiridas en el embarazo o primera infancia, y malformaciones congénitas.

 

¿Qué tan temprano debo llevar a mi hijo al control oftalmológico?

Nunca es demasiado temprano para un control oftalmológico. El primer control visual infantil es recomendado en el recién nacido, ya que enfermedades como cataratas, infecciones, malformaciones, tumores y estrabismo, tienen su mejor tratamiento cuando se detectan temprano. La inocuidad del examen visual, es decir la relación riesgos/beneficios, así lo justifica. La Sociedad Argentina de Oftalmología Infantil recomienda luego realizar un control al año de vida, luego a los tres años, luego a los seis años. Luego de esa edad los controles deben realizarse cada dos años.

 

¿Cómo se evalúa la visión de un niño pequeño?

Los niños ven desde que nacen, inicialmente el rostro de sus padres y a una distancia más bien próxima, porque ese es su mundo, y así está bien. El período crítico del desarrollo visual transcurre en los primeros tres meses, cuando se desarrolla la fóvea en la retina y aparece la fijación, y luego el movimiento de seguimiento. En esta etapa la sonrisa social, la fijación, el seguimiento, el reflejo vestíbulo-ocular, y el reflejo rojo de la retina son evaluables en consultorio.  Existen pruebas de agudeza visual especificas para bebes dentro del primer año de vida, como son el tambor optoquinético, y el test de fijación preferencial.  El examen de fondo de ojos es fundamental e inofensivo. Debe ser realizado por un médico especialista, con dilatación previa de las pupilas, y equipo adecuado (oftalmoscopio binocular, lupas adecuadas) para detectar enfermedades de retina, aun más frecuentes en los niños prematuros.

Cuando hablamos de niños más grandes, simples pruebas de consultorio con cartillas de dibujos adaptadas para las diferentes edades, cartillas de colores, cartillas de visión estereoscópica,  y maniobras semiológicas como el cover test son rutinarias. Por supuesto que la medición de la presión ocular, y el examen con biomicroscopio no pueden faltar. Además, a la hora de recetar lentes, debe realizarse al paciente un examen cicloplejico, es decir colocando gotas que relajan la acomodación y permiten tomar mediciones más precisas. El ojo infantil se caracteriza por su importante acomodación, que difiere de los adultos.

Un niño de un año de edad tiene un desarrollo visual aproximado del 25 % de un adulto, y a los seis años, ya ve como un adulto. Ese camino de desarrollo visual es el que custodiamos los oftalmólogos infantiles, algo así como un pediatra de los ojos.

 

¿Quiénes somos  los oftalmólogos infantiles?

La pediatría evolucionó de la medicina general, por cuestiones sociales, a fines del siglo XVIII, y a partir de un movimiento europeo que consideraba que los niños eran un tesoro especial para las naciones. El primer hospital pediátrico de Estados Unidos fue el de Filadelfia, en 1855. Con orgullo comento que en nuestro país se trato del Hospital General de Niños «Dr. Pedro de Elizalde», el cual es el hospital pediátrico más antiguo de América. Comenzó a funcionar incluso antes, el 7 de agosto de 1779. En mi experiencia particular, he tenido la suerte de realizar mis prácticas  en esta prestigiosa institución, como así también en el Hospital Dr. Juan P. Garrahan

En el caso de  la oftalmología, digamos que evolucionó a partir de la cirugía general en el siglo XIX, siendo la primera sociedad de origen alemán, fundada en 1857. Algunos colegas oftalmólogos generales comenzaron a desarrollar un especial interés en los problemas de los niños, particularmente el estrabismo. En 1943 el Dr. Costenbader, pionero entre otros, limitó su práctica a la atención de niños y decía con cariño “los niños son más divertidos”. No tardaron en comprender, estos oftalmólogos visionarios, que la atención de estos pequeños pacientes requeriría nuevas habilidades de examen y otra actitud de trabajo. Se entendió que las enfermedades visuales, como el estrabismo, debían ser tratadas con anterioridad, considerando que los niños se encontraban en pleno desarrollo. En estas edades tempranas el tratamiento podía contribuir a una visión normal, y no meramente a una cuestión estética del adulto. Así surgió una nueva especialidad.

En Argentina, una sucesión de excelentes médicos oftalmólogos, fundadores de sociedades y servicios hospitalarios contribuyeron a enriquecer esta subespecialidad, con arduo trabajo asistencial que salvó la visión de miles de niños, también investigación y docencia. Hoy en día existen distintos servicios en instituciones públicas y privadas que se dedican en forma exclusiva. Se trata también de una subespecialidad con formación académica de posgrado universitario, que otorga título de especialista, certificando los conocimientos y destrezas.

Los oftalmólogos infantiles somos entonces médicos oftalmólogos que desarrollamos interés científico por la pediatría, y decidimos dedicar nuestras horas a formarnos para perfeccionar habilidades en esta área.  Más conocimiento específico, más complejidad, para mejor atención. Además compartimos verdadera pasión por esta subespecialidad, hermosa porque significa el cuidado de lo más preciado que tiene la humanidad, los niños, que son el futuro.